Cuando termina el año llega el momento de hacer aportaciones a planes de pensiones, pero también de amortizar hipoteca si tenemos dinero sobrante ¿pero es rentable? Reducir capital de la hipoteca tiene dos vertientes de “rentabilidad”, la financiera y la fiscal.
Sin deducciones por la compra de vivienda habitual desde enero de 2013, con tipos de interés en mínimos y muchas hipotecas sin coste por amortización parcial, hay que tener todas estas características en cuenta, pero la que gana peso es la fiscal, si te estás beneficiando de esta deducción por compras anteriores al 31 de diciembre de 2012 o si se tributa en alguna de las diputaciones forales que las han mantenido posteriormente.
Esta bonificación fiscal permite recibir más de 1.300 euros anuales si paga lo máximo bonificable 9.040 euros anuales por cada titular y ejercicio fiscal. Podrás obtener un 15% de deducción por sus aportaciones hasta ese límite que supone una importante ganancia.
Además de los beneficios fiscales están los financieros, los intereses que te ahorras por reducir el capital. Esta ventaja es la única si no tienes derecho a deducción. En este caso la variable más importante para ver su rentabilidad es el capital que queda pendiente. Si el importe es elevado la cuantía de intereses lo será también y será más rentable amortizar parcialmente que si queda poco capital pendiente.
Por último, hay que tener en cuenta los intereses. Cuanto más altos sean los intereses más rentables es, pero hay que pensar también en el medio y largo plazo. Así, aunque ahora los tipos son bajos, amortizar capital te permitirá ahorrar cuando los intereses suban.
Identificadas las variables fiscales y financieras, ahora hay que tener en cuenta como instrumentalizar esta amortización, una decisión en la que entran otras variables. Desde el punto de vista financiero, reducir plazo es la mejor opción. Con menos capital, siempre se paga menos intereses. Además, al mantener la misma cuota, el ahorro es mucho mayor ya que se acelera el pago.
A priori, es la mejor opción, si nos atenemos al criterio financiero, pero no siempre es la única variable. Reduciendo el plazo, se mantiene el esfuerzo financiero y esto puede conllevar alguna situación de riesgo como si varían tus circunstancias laborales y se reducen los ingresos de la unidad familiar.
Aquí entra la segunda posibilidad, reducir cuota. También se produce menor pago de intereses, ya que el capital es menor, pero financieramente el ahorro es menor que si se reduce plazo. Lo que si conseguimos es una mayor libertad financiera, ya que tenemos más dinero disponible al pagar menos por el préstamo. Este ahorro permite ser más flexible, tener dinero para otros fines, pero también poder destinar ese ahorro o parte en amortizar capital los siguientes años.
Por todo ello hay que analizar las circunstancias de cada caso. En un momento con tan poco rendimiento en el ahorro tradicional como depósitos y cuentas, amortizar hipoteca es mucho más interesante, más cuanto mayor capital quede pendiente, aunque los intereses estén bajos. Si además tienes ventajas fiscales, llegar hasta el límite anual ayudará a elevar de forma importante estos beneficios. Pero siempre es importante que este esfuerzo financiero no conlleve problemas de pago en el futuro o que limite la capacidad económica de la unidad familiar.
Fuente: habitaclia
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